viernes, 2 de agosto de 2019

Visitar los campos de lavanda de Brihuega.


Desde hace unos años cada vez es más conocido este pequeño pueblo de Guadalajara, que se ha convertido en uno de los mayores productores mundiales de esencia de lavanda y que en julio atrae a muchísimos visitantes en busca de una foto que no tiene nada que envidiar a los campos de la Provenza.

Nosotros nos acercamos el sábado 13 de julio y los campos estaba en plena floración. La visita a los campos se puede realizar de dos maneras: a través de las excursiones organizadas por el propio ayuntamiento de Brihuega (toda la información y la reserva de entradas aquí). Estas visitas se realizan durante los fines de semana del mes de julio, que es cuando se produce la floración, y salen a las 19 y a las 20.30 horas del parque municipal Maria Cristina. La excursiones duran una hora aproximadamente y tienen un precio de 4€, incluyendo el desplazamiento en autocar a los campos de lavanda, la visita interpretada por guía especializado, tiempo libre para realizar fotografías y un pequeño ramo por persona. El inconveniente de esta opción es que hay que reservar con tiempo, ya que se agotan bastante rápido.



Ante esta circunstancia, tenemos la segunda opción, que es la que hicimos nosotros: hacer la visita por tu cuenta. A los campos se llega fácilmente. Están a cuatro kilómetros del pueblo y en escasos cinco minutos en coche, llegas. La localización exacta es aquí. Antes de llegar ya vas viendo los campos florecidos, bien morados, así que no tiene pérdida. Están en una recta larga de la carretera y hay señalizado un aparcamiento en el lado derecho según vas desde el pueblo. También se puede aparcar en el lado izquierdo justo enfrente del aparcamiento, pero está menos señalizado. El aparcamiento es gratuito y hay una caseta de información. Una vez dejas el coche allí, se cruza andando la carretera y ya te puedes internar en los campos y hacer todas las fotos que quieras.


Nosotros después de la visita fuimos a comer al pueblo de Brihuega. Comimos en el Asador el Tolmo. pero comimos unas raciones en su barra porque estaban completos. Así que si vais a hacer la visita y después comer por la zona os recomiendo reservar antes. Aún así comimos estupendamente unas mollejas que estaba riquísimas y unas patatas revolconas, que esperábamos que fueran como en Ávila, Salamanca o Cáceres, pero allí al parecer son más parecidas a los huevos rotos.

Todo el pueblo de Brihuega se viste de morado. 
Después de comer nos acercamos a ver Sigüenza, que no lo conocíamos, y nos encontramos con un festival medieval. Había puestos por la calle, atracciones para niños, grupos de música y gente disfrazada. Muy buen ambiente. La ciudad nos gustó mucho, tanto que nos gustaría volver y visitarla con calma. Aunque si lo hubiéramos planificado con calma (se me ocurrió a mi ése mismo día por la mañana y cogimos el coche a la aventura), un buen plan de fin de semana podría ser visitar los campos de lavanda y dormir en el parador de Sigüenza.

Un ambiente muy animado en Sigüenza.
A pesar de la poca planificación, nos ha parecido que es una estupenda excursión para hacer desde Madrid.

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