martes, 7 de enero de 2020

Cuatro días en Oporto

Hace justo dos años estábamos cogiendo un avión hacia Oporto, así que hoy lo rememoramos contando todo lo que hicimos durante nuestra segunda experiencia en el país vecino.

En Navidad de 2017/18 no pudimos coger vacaciones, así que aprovechamos los días libres que nos quedaban y nos fuimos del 7 al 10 de enero a Oporto.  Llegamos el domingo después de comer, tras dejar a los conejos en su residencia habitual, el coche en el parking de larga estancia del aeropuerto, y un vuelo tranquilo de una horita, en un miniavion que parecía un autobús con alas. Sofía estaba emocionada estrenando su Trunki rosa chicle y pudimos comprobar que es muy práctica para viajar con ella. Fuimos directamente al apartamento donde nos estaban esperando para hacer el check in, una chica muy maja que nos dio un montón de información sobre la ciudad, cosas para ver, sitios para comer, supermercados, etc. Se llaman Taipas Apartments y están en pleno centro, a dos minutos de la Torre de los Clérigos y se puede ir andando por todo el centro. Después de dejar las cosas y acomodarnos, bajamos dando un paseo hasta el barrio de Ribeira y cenamos en un restaurante a la orilla del Duero (de cuyo nombre no me acuerdo) con horario guiri total, y nos fuimos a dormir prontito.

El puente de Luis I con su iluminación nocturna.
El lunes nuestra ruta fue ésta:
Torre de los clérigos: desayunamos todos los días en una cafetería al lado de ella, así que la vimos bastantes veces pero no llegamos a subir.
Librería Lello: aprovechamos que era pronto, acababan de abrir y no había mucha cola. Compramos las entradas, que nos costaron 5€ cada adulto (si compras un libro te lo descuentan del precio), y también disfrutamos de su tienda  llena de merchandising de Harry Potter. Se dice que JK Rowling se inspiró en las escaleras de esta librería así que como somos fans, disfruramos la visita.
Iglesia del Carmen, ayuntamiento, iglesia de la Santísima Trinidad, mercado de Bolhao, capilla de las Almas: dimos un buen paseo admirando las iglesias de paredes de azulejos y otros lugares míticos de Oporto.
Café Majestic: después de paseo hicimos una pausa para descansar en uno de los cafés con más historia de la ciudad.
Plaza de la Batalha.
La Sé.
Comimos en Cerca Velha, picamos una tabla de quesos y embutidos en una de los rincones más bonitos de Oporto.
Para volver a la zona de Ribeira tomamos el funicular dos Guindais, vimos la muralla fernandina, y finalmente tomamos un vino viendo el atardecer en una terraza a la orilla del Duero.
Despues vimos la casa del infante, la iglesia de San Francisco y el palacio de la Bolsa. Descansamos y cenamos en Irmaos Linos.
A dormir.
La torre de los Clérigos
Fachada de la librería Lello.
Cristalera en la librería Lello.
Escalera de la librería Lello
Librería Lello.
Iglesia del Carmen
Mercado de Bolhao
Capilla de las Almas
Café Majestic
Fachadas de azulejos.
Lateral de la Sé.
La Sé.
Vistas desde la zona Velha
Atardecer a orillas del Duero.
Iglesia de San Francisco
Vistas desde el mirador de la Victoria
El martes estaba lloviendo así que fuimos a ver la estación de Sao Bento y desde allí cogimos el metro a Vila Nova de Gaia. Hicimos la visita a las bodegas Calem y comimos allí al lado en Douro Velho. Volvimos hacia Ribeira paseando por el puente de Luís I. La chiquinina se quedó dormida en la mochila y cogimos el tranvía 1 en Infante hasta la desembocadura del Duero, toda la línea. Hacía muy mal tiempo, así que después de una vuelta corta, nos volvimos otra vez en el tranvía, esta vez con la peque despierta y disfrutando del viaje. Volvimos un rato al apartamento e hicimos la maleta. Cenamos en Ribeira, en un sitio de vinos que se llama Taberna Está-se bem.
Vestíbulo de la estación.
Vestíbulo de la estación
Bodegas Calem
Vista de Ribeira desde Vila Nova
Las barcas de las bodegas.
Más vistas de Ribeira.
Tranvía 1
Faro en la desembocadura del Duero.
El miércoles nos dejaban hacer el check out más tarde, lo que nos vino genial porque nuestro vuelo salía a las seis y pico. Calculamos salir sobre las tres del apartamento. Desayunamos y dimos un paseo por la Rua de las Flores, y vimos la zona velha, la torre de la rua da baixo y el ascensor de Lada. Repetimos terraza a la orilla del Duero, pero se puso a llover y tuvimos que ponernos a cubierto. Cuando dejó de llover decidimos ir a recoger el equipaje y salir para el aeropuerto. Llegamos pronto al aeropuerto y comimos algo tranquilamente. Tienen zonas para niños. Volvimos en un avión todavía más mini que el de la ida, un turbohélice que en una hora y poco nos dejó en Barajas.
El tranvía 22
Callejuelas por el centro.
Terrazas en Ribeira.
Y hasta aquí nuestra escapada a Oporto, una ciudad pequeña, cercana y acogedora. Con ese aire decadente que a unos les encanta y a otros les echa un poco para atrás  pero con mucho encanto.

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