jueves, 16 de enero de 2020

País Vasco frances, las Landas y Burdeos en coche: la perla de Aquitania.

En esta entrada os contamos nuestros dos días disfrutando de Burdeos o la perla de Aquitania.

Nos levantamos el miércoles sin mucha prisa, bajamos a desayunar y nos preparamos para salir a conocer Burdeos. Fuimos dando un paseo hacia el centro, en menos de cinco minutos estábamos en la plaza Gambetta, que está en el borde del centro histórico de la cuidad. Pasamos por la Porte Dijeaux y paseamos por toda la calle de la Porte Dijeaux, que más adelante se convierte en la calle Saint-Remi y termina en la plaza de la Bolsa. No eran ni las diez y la calle estaba llena de furgonetas descargando mercancía en los comercios, lo que le quitaba un poco de encanto. La plaza de la Bolsa, con sus edificios señoriales, su fuente, toda abierta al río Garona es impresionante. Hicimos un montón de fotos desde el Espejo de Agua, que es una de las vistas más famosas de la ciudad. Cada cierto tiempo la fuente se vacía y sale agua pulverizada por unos surtidores, y justo nos pilló allí y la chiquinina lo disfrutó un montón. Fuimos por el borde del río a ver el monumento a los girondinos. En la explanada que hay frente al monumento, había una especie de mercadillo de antigüedades. Muy curioso. Después nos acercamos a ver el Centro Comercial de les Grands Hommes, pasando por la iglesia de Notre Dame y el pasaje Sarget. El centro comercial es un edificio circular en el centro de una plaza circular, bastante bonito. Vimos la Ópera y paseamos por la calle Sainte-Catherine, que es una calle muy comercial, llena de tiendas. También nos acercamos a la plaza del Parlamento.

La plaza de la Bolsa
Plaza de la Bolsa 
Flipando con la fuente 
Monumento a los girondinos 
Iglesia de Notre Dame
Plaza del Parlamento 
Típica calle del centro de Burdeos 
La chiquinina estaba echando su siesta mañanera, así que fuimos a la plaza Camille Jullian y nos sentamos en una terraza a tomar el aperitivo. Esta plaza tiene muchos sitios para comer y bastante económicos, se respira ambiente de estudiantes. Aunque el precio de una cerveza grande y una copa de vino fue el que luego comprobaríamos que es el estándar, 10€. Cuando la chiquinina se despertó, fuimos hasta la catedral, la torre de Pey-Berland y el palacio Rohan. Comimos allí mismo, en una pizzería que había al lado del palacio, porque eran más de las dos y no teníamos muchas ganas de ponernos a buscar otra cosa. Comimos una pizza, una pasta, Coca-Cola, cerveza y menú infantil por 45€. La pizza estaba pasable, la pasta horrorosa (para que yo no me coma un plato de pasta tiene que estar mala con ganas).
La torre de Pey-Berland
La catedral 
Después de comer estábamos un poco cansados y Dani seguía estando malo, así que volvimos un rato al hotel pero antes pasamos por el centro comercial de Meriadeck, que estaba de camino. Había un Auchan y entramos a comprar alguna cosa típica para llevarnos a casa, vino, queso y dulces, aunque no compramos mucho porque no sabíamos bien qué comprar. Decidimos que mejor lo mirábamos luego en Internet con la WiFi del hotel antes de ponernos a comprar vinos de Burdeos a lo loco. Llegamos al hotel y descansamos un par de horas. Una vez que recobramos fuerzas, volvimos a salir para dar un paseo y tomar algo.

Burdeos es una ciudad que merece mucho la pena pasear sin mucho rumbo, sólo dejándote llevar y viendo lo bonito que es todo. Cuando nos cansamos de andar nos sentamos en una terraza, que esa es otra cosa que nos encantó, hay muchas terrazas y un ambiente muy animado. Además el tiempo era bueno por fin, así que había que aprovechar. Tomamos otra cerveza y otro vino por 10€. Precio estándar.

De vuelta al hotel compramos una baguette para cenar algo de picoteo, pero vi un sitio de sushi para llevar que estaba en la porte Dijeaux y no me pude resistir. La baguette fueron 1,05€ que tuvimos que pagar con tarjeta porque no tenían cambio de 20€ y el sushi fueron 6,30€ una bandeja de 8 piezas. Muy rico. Cenamos en la habitación del hotel y nos fuimos a dormir pronto, que Dani seguía un poco pocho.

 El jueves también nos levantamos tranquilamente cuando Sofía se despertó. Tomamos el desayuno, nos preparamos y salimos rumbo a los barrios de Saint-Michel y de Les Chartrons. Fuimos a la parada del tranvía de St Bruno, que está al lado del hotel y cogimos la línea que nos llevaba hasta Puerta de Borgoña. El día anterior no habíamos visto de cerca el famoso Puente de Piedra, así que aprovechamos para verlo y echarle unas fotos. Pasamos por la puerta de Borgoña y fuimos por la Rue des Faures hasta la Basílica de Saint-Michel. El ambiente aquí es diferente del centro, multicultural, algo más dejado y con un punto marginal. No sé si ayudaba que había un mercado de pulgas en la plaza de la basílica, y por eso me pareció un poco más cutre.

Fuimos a ver también el marché des Capuchins, pero era muy pronto para hacer lo típico en este mercado, que es tomar una copa de vino blanco y ostras (además a ninguno de los dos nos gustan las ostras). Dimos una vuelta viendo los puestos del mercado y después nos acercamos a ver la puerta de Aquitania. Como era la hora de la siesta de la peque, dimos un paseo hacia el centro por la rue Sainte Catherine, la misma por la que habíamos paseado el día anterior, por su parte más meridional, pero no conseguimos que la chiquinina se durmiera. Fuimos a ver la porte Cailhau que es preciosa, y nos sentamos en la place du Palais en una terraza a disfrutar de las vistas y de una cerveza y una Coca-Cola, por sus consabidos 10€.

Puente de Piedra 
Calle del barrio de Saint-Michel con la torre de la basílica al fondo 
Puerta de Aquitania 
Porte Cailhau 
Porte Cailhau 
Como la peque no se había echado siesta aún, fuimos a comer pronto a una crepería que estaba al lado. Se llamaba Sel et Sucre, y nos gustó mucho. El local es muy bonito, con una decoración muy agradable y curiosa, tienen trona, cambiador de bebés y crepes para niños. Tomamos dos crepes saladas con una jarra de sidra dulce (al parecer es la bebida típica que se toma con los crepes) y Sofía una crepe de jamón y queso. Le pusieron cubiertos y vaso de plástico de colores y le dejaron un cuento para entretenerse. Además de económico, porque no llegó a 30€. Todo un acierto. Después de comer nos fuimos dando un paseo por la orilla del río hasta el barrio de Les Chartrons . Por el barrio, paseamos por la calle de Notre Dame, vimos la iglesia de Saint Louis de les Chartrons y nos tomamos un café en una terraza en la Halle de les Chartrons, era un mercado municipal de finales del siglo XIX reconvertido en sala de exposiciones. Yo en lugar de café pedí algo que creía que era una tarta de queso (mi francés no da para mucho) pero resulta que era una copa de queso fresco batido con mermelada de frutos rojos. Muy rico. Volvimos al hotel dando un paseo largo y disfrutando de las últimas horas en Burdeos.
Exterior del Sel et Sucre 
Interior de la creperie
Jarra de sidra con los vasos típicos 
Paseo por el Garona 
Barrio de Les Chartrons 
Barrio de Les Chartrons 
Iglesia de St Louis 
Marché de Les Chartrons 
Después de descansar un rato, pasamos otra vez por el centro comercial y compramos, esta vez sí, vinos, quesos y canelés, que es el dulce típico de Burdeos. Fuimos a tomar algo a un sitio cerca de la Porte Dijeaux al que le había echado el ojo el día anterior. Se llamaba Marcel Bistrot Français. Nos tomamos un vino y una cerveza, y como estamos a gustito nos pedimos una tabla de quesos y embutidos, todo son menos de 20€ y nos fuimos cenados de vuelta al hotel. En el hotel le dimos algo más de cena a la chiquinina, que había picado sólo un poco de jamón, y nos fuimos a la cama.

Cenita
Otras entradas del viaje:
Preparación y ruta
San Sebastián
Ruta por Labort
Las Landas
Burdeos
Saint-Emilion

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